CABRAL, Barahona. – En el municipio de Cabral la empresa Khoury Industrial no solo contamina a la comunidad con el polvo que sueltan los camiones cargan blocks y agregados, sino que afectan progresivamente la salud de los más envejecientes y niños con la insoportable y molestosa contaminación sónica que causan los vehículos pesados cuando frenan o caen un hoyo.
Así lo manifestó el ingeniero Eduard Féliz, encargado de planeamiento urbano del municipio de Cabral, al señalar que la empresa Khoury tiene una gran responsabilidad en los daños que padecen numerosas personas con la pérdida total de la audición.
Aseguró que su madre, la señora Josefa Altagracia Urbaez, de 75 años, tiene más de cuatro años padeciendo de ese daño permanente a su salud.
Indicó que la responsabilidad recae sobre ese “monstro” que se llama Khoury porque más del ochenta por ciento de los movimientos de camiones, patanas y vehículos pasados son de la citada empresa con el traslado de agregados. Citó que la empresa Pérez Cuevas también tiene un grado de responsabilidad con el transporte de agregado.
Subrayó que tenían su residencia familiar en la calle Duarte del citado municipio, pero que a raíz de los constantes ruidos que causan los camiones, patanas y volquetas de Khoury cuando frenan o caen en un hoyo aceleró la afectación a su madre. Agrego que agobiados por la perturbante situación tuvieron que abandonar su casa y mudarse a otro punto del municipio.
“Debido al movimiento constante de 24 horas, los siete días de la semana de vehículos pesados que generan una contaminación sónica insoportable muchas personas padecen de ese daño que afecta la salud.
“Los camiones y patanas con el transporte de materiales pétreos causaron que mi madre quede sorda”.
Puntualizó que para recibir o hacer una llamada telefónica tenían que salir de la casa a una distancia de 50 a 80 metros.
Dijo que dormir es un problema para los residentes que habitan en la cercanía de la vía principal de Cabral porque cada vez que unos camiones frenan o caen en un hoyo perturba la tranquilidad.
Por Omar Medina
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