SANTO DOMINGO: Al menos
4 crímenes de jóvenes en los últimos meses han consternado el país.
Son muertes que han tenido en
común la participación de agentes policiales, aunque en circunstancias
diferentes, y en ocasiones, en incidentes confusos que ameritan de una
profunda investigación.
Voluntaria o
involuntaria, estando de servicio o no, el empleo del gatillo
por policías en estos sucesos genera indignación.
Empaña la imagen de la PN y
cuestiona la profesionalización de los miembros de la institución responsable
de garantizar el orden.
Ocurren en momentos en que el
gobierno está inmerso en un proceso de transformación y modernización de la
Policía Nacional.
Hace apenas seis
meses la población quedó impactada por la muerte de una joven
pareja de pastores, por la imprudencia de una patrulla de la Policía
Nacional, en Villa Altagracia.
La noticia del crimen de Elisa
Muñoz, de 32 años, y Joel Díaz, de 35, la noche del 30 de marzo,
consternó la sociedad dominicana. Era una pareja de recién casados que
retornaba a Santo Domingo de celebrar un culto. Se alegó que fueron confundidos
con delincuentes que habían cometido un atraco, lo cual no justifica un hecho
tan horrendo y brutal.
Sin todavía haberse borrado ese
crimen de la mente de los dominicanos, ayer la población se levantó con la
infausta noticia de la muerte, en Boca Chica, de una arquitecta, el sábado, por
un disparo de un cabo de la Policía Nacional.
Aunque con motivos y escenarios
diferentes, el homicidio de la arquitecta Leslie Rosado, de 35 años,
embarazada, revivió la tragedia de los pastores evangélicos. Según los informes
de la Policía, el hecho fue cometido por un cabo que estaba fuera de servicios,
que persiguió a la arquitecta luego que ésta había chocado la motocicleta en la
que transitaba con su familia.
Ningún crimen se puede
justificar, y más cuando procede de un policía, que se supone ha recibido el
entrenamiento necesario para lidiar con conflictos y controlar situaciones de
violencia.
Otroscrímenes
La muerte de un joven en Azua, hace 5 días, también ha generado consternación.
Robinson Ramón Méndez Mancebo, de
27 años, murió la madrugada del 28 de septiembre, dos días después de haber
sido herido por una patrulla de la Policía Nacional en Padre Las Casas,
de Azua.
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